De los sueños y otros versos
Primer poemario editado en 2019 de María Clara Del Pino Algaba.
Este libro es el resultado de mil notas manuscritas, de aquellos respiros que la autora se toma en los lugares más insospechados con bolígrafo y cuaderno en mano. La constatación de que los sueños se cumplen, que tan solo tienes que desearlo con todas tus fuerzas.
María Clara Del Pino Algaba
Tú
Existe algo bello en ti.
Tus largas pestañas, tus cejas arqueadas.
La dulzura de la sal de tus lágrimas.
Existe algo bello en ti.
Tus largas piernas, tus cortos pasos, tu arrastrar los pies con la elegancia de las metas superadas.
Existe algo bello en ti.
Tu perfecta inexactitud, tu sublime imperfección. El consejo sencillo e inoportuno.
Tu ejemplo loco de no ser ejemplo.
Existe algo bello en ti.
Tus gotas de vida sudada, tu ordenado desorden, tu saber de todo sin saber de nada.
Existe algo bello en ti.
Tú y simplemente tú.
Felicidad
La mañana amaneció triste.
Las nubes viajan despacio, sin prisa, tapando la distancia entre mi rostro y el sol.
La gente sale con paraguas a por el periódico con apremio.
Yo miro a través del cristal de mi ventana como las nubes viajan despacio por el cielo y como la gente corre por las aceras.
Nada hay de particular en este día de invierno, salvo que cuando me doy la vuelta, allí estás tú, sentado en tu sillón de cuero negro.
Como siempre, como cada domingo, leyendo.
Entonces entiendo que la felicidad no nace de un día soleado, ni de la calma de los otros, que mi felicidad nace de tenerte muy cerca, de hablar con la mirada, de bailar muy pegados en un día de lluvia.
En un día en el que las nubes viajan despacio por el cielo y los demás corren por las aceras con apremio.
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Los caballos de la imaginación
Los caballos de la imaginación han roto la puerta del establo. Ya no puedo retenerlos en sus cuadras.
No puedo reunirlos porque se han perdido en su galopar libre y salvaje.
Cada uno ha elegido su camino y yo contemplo como se dirigen hacia su destino con una sonrisa dibujada en mi cara.
Los caballos de la imaginación han dejado atrás la esclavitud y se han marchado a pastar a prados verdes donde el sol de la mañana les ilumina el lomo y hace brillar su pelo lacio en la infinita gama de colores.
No quiero ir a por ellos.
No iré tras alguno.
Los dejaré trotar por donde quieran y veré hacia dónde se dirigen.
Quizá alguno vuelva mal herido.
O alguno de ellos muera.
Viéndoles en su liberad yo misma me siento libre.
Los caballos de la imaginación no quieren volver a sus cuadras.
Saben que en el prado la hierba es fresca y el espacio es amplio.
En la sensatez debería ir tras ellos, recogerlos y devolverlos al establo. Mas sé que su lugar es correr en los pastos, revolcarse en la frescura del suelo dibujando ondas invisibles en el aire con sus melenas al viento, gozar de la cálida noche de primavera.
Cuando llegue el invierno quizá vuelvan a la cuadra. Cuando lleguen las lluvias quizá regresen a casa.
Pero si ninguno de ellos volviese yo sé que por un corto tiempo han sido felices.
Yo sé que su libertad bien ha valido su final.
Los caballos de la imaginación son libres, han roto la puerta de sus cuadras porque yo misma así lo he querido, porque yo, las he abierto.
Elige mi corazón
Si puedes esconderte en algún lugar elige mi corazón.
Mi mente está ocupada en sobrevivir a tu ausencia, en liberarme del dolor marcado.
En olvidar tu voz y resucitar a una vida negada.
¡Madre!
¡Madre siento frío!
Mis pies están hundidos en el barro.
Mis brazos cansados y mis manos arrugadas de achicar el agua de la desesperanza.
¡Madre siento frío!
Mi cuerpo se congela en la soledad.
Mis ojos sólo ven desierto de hielo por doquier.
¡Madre siento frío!
Abrázame como cuando era niña y me hacías creer que nada malo pasaba.
¡Madre siento frío!
Mi corazón se para y mi coraje huyó de mí.
¡Madre, ven a mí! Hazme sentir el calor de tus besos…porque madre…¡tengo mucho frío!
Se pasa
Pasa, siempre se pasa y mientras esto ocurre la socarrona sonrisa de la soledad me
vuelve loca.
Pasa, sé que siempre se pasa, y vuelve a alumbrar la luz de alegría efímera y burlona
de esta incierta vida mía.
Pasa, sí, se pasa. A veces en la eternidad, a veces en la oscuridad, pero se pasa.
¿Y si no pasara? ¿Qué ocurrirá el día que la luz de tus ojos no me alumbre,
que las plegarias se queden olvidadas en la nada, que los segundos de éxtasis no lleguen?
Me volveré errante, mendiga de efímeros instantes, ladrona de alegrías ajenas, piedra en el fondo del océano que nadie sabe de su existencia.
Esperanza, hoy me llamo esperanza.
Porque pasa, siempre se pasa.
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Si tú estás a mi lado
Si al nacer un día nuevo tú estás a mi lado, sé que estoy vivo.
En tu mirada existe la calma de una mañana de primavera. La paciencia del infinito.
Si al nacer un día nuevo tú estás a mi lado, sé que estoy vivo.
Eres el apoyo, las manos firmes en tiempos de flaqueza.
Si al nacer un día nuevo tú estás a mi lado, sé que merece la pena vivir.
En tus palabras existe ternura y compresión para esta alma vieja y cansada.
La mirada de los momentos vividos en amor y desencuentros.
Si al nacer un nuevo día tú estás a mi lado y por ello me siento vivo.
Entonces merece la pena haber nacido.
Sueña
Sueña que nos sentamos en esta tarde de junio bajo el cobijo de su árbol, escondidos de los otros. Que nos abrazamos y con la mirada nos hablamos, con las manos nos acariciamos y con nuestras bocas nos besamos.
Sueña con el ritmo de nuestros corazones musitando la melodía de los enamorados, con nuestras promesas de amor sin límites ni condiciones, con nuestras noches sin fin, con nuestro amor para la vida eterna.
Sueña que nos levantamos, sin ganas de abandonarlo, con la promesa de volver mañana.
El sabe que estará aquí, en este parque, bajo su árbol, para esperarnos.
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Alas rotas
Aire sin estrenar en mis pulmones, pies descalzos sintiendo el camino.
Ni un peso en los bolsillos y un corazón que palpita en la extrañeza de un agitado ritmo sin sentido.
Parto hacia ningún lugar, sin rumbo fijo.
La gente me observa, critica, cuchichea pues no saben cuánto durará mi arrojo, por cuánto venderé mis sueños o quién me apartará del sendero con un soplo.
Algunos apuestan hasta el próximo golpe que aseste el viento de levante, otros que hasta el final de la calle, o que no llegaré a más de cien pasos.
Uno de los que habla, sujetando vendas, alcohol y gasas, susurra en voz baja que volveré a casa, no antes de terminar la tarde, herida de muerte. Rotas las alas.
Yo paso por su lado altiva de coraje, vendados los sueños que se hundieron en los últimos viajes.
Salí dispuesta a presentarme desnuda de ideas preconcebidas, a gritar la insuficiencia de las mentes, la mediocridad de los días dominados por ajenjos jueces que apagan sonrisas y matan la justicia de quien no quiere cadenas en su mente.
Nunca me rendí para empezar a ejercer mi libertad.
Así, salgo con paso firme, aunque sé que siempre morí en la esquina, antes de cruzar la avenida, regresando al terminar la tarde, herida de muerte a los brazos de mis padres.
Por mi libertad
El puño apretado y las rodillas hundidas en la tierra.
El grito mudo de miles acompaña mis lágrimas ahogadas.
La cabeza alzada al cielo manteniendo erguida la postura de mis antepasadas.
Viviré como mujer a pesar de golpes y ataduras. Rasgarás mi espalda.
Sangrará la palma de mi mano al clavar en ella mi rabia.
Pero jamás volverás a fustigar mi alma.
Y si por ser mujer así muero: puños apretados, rodillas hundidas en la tierra...
¡Que todas las mujeres sepan que golpeas y violas mi cuerpo pero no la libertad de mi pensamiento!
Eres perfecto
Si tu cuerpo te conduce por mares en tormentas enfurecidas a causa del dolor contenido en tus huesos.
Y en sus agitadas y gélidas aguas clamas en gritos por consuelo.
No dudes.
Como ser humano eres perfecto.
En auxilio a tu virtud vendrá tu consuelo.
Si con el pasar de los días tus dedos se atrofian por la enfermedad que te condena.
No lo dudes.
Como ser humano eres perfecto. En auxilio a tu virtud vendrá tu consuelo.
Si el día amenaza tristeza y sin embargo a tu lado ves la sonrisa compañera de quien siempre te acompaña.
De quien te cuida en el dolor de tus manos, tus pies o el de todo tu cuerpo.
Si te tiende el abrazo tierno del amor.
No dudes, síguelo, abrázalo, porque como ser humano eres perfecto.
Dedicado a todas las personas que sufren enfermedades degenerativas. En especial a mi madre que padece fibromialgia.
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Regálame
Regálame una sonrisa, un abrazo.
Un sabio o loco consejo.
Una charla con largas pausas y alegres palabras.
Un vaso lleno hasta el borde de esperanza.
Una manzana encantada, que no envenenada.
Regálame todo esto o las migajas, porque vivo soñando que algo o nada, algún día, tú, me regalas.
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¡Oh, no!
La mamá llama: ¡cua!
El papá llama: ¡cua, cua!
Los polluelos responden: ¡pío, pío!
¡Nos hemos equivocado de nido!
¡Oh, no!, ¡qué lío!
Las musas se han ido de vacaciones
Las musas no me envían su lluvia de palabras.
Por más que llamo e imploro encuentro la puerta cerrada.
En su lugar me envían a tres brujas mal peinadas.
Una tuerta, otra coja y otra que no me deja meter baza.
Me rodean cantando por lo flamenco con acento y salero andaluz, mientras suben y bajan de sus escobas suspendidas en el aire.
Y me canta la tuerta:
—¡Niña tienes que escribir un poema de chufla y guasas!, ¡Con mucha risa en la rima que nos rompa en carcajadas!
Y me canta la coja:
—¡Qué ya está bien de poemas tristes y sentidos, muchacha!
Intento contestar y así me canta la que no me deja meter baza:
—¡Qué la vida no te va a dar tantas palabras como lágrimas!
Al unísono, las tres me aturden cantando a gritos con su voz chirriante y sus vuelos por el aire, dándome algún golpecito en el cogote al despistarme.
—¡Aprovecha el veranito y toca con nosotras las palmas…!
—¡Oh, las musas no me envían sus palabras! Y aquí estoy con estas tres brujas mal peinadas.
Y digo yo… ¿Para qué me hacen falta? Estamos en verano.
Me voy con la bruja tuerta, la coja y la que no me deja meter baza de fiesta, de baile y de risas... ¡a tocar las palmas!
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La duda
No, fue mi respuesta.
Sí, mi deseo.
Y en lo más profundo de mi alma sucumbí al encuentro.
No, dijeron las palabras.
Sí, mi cuerpo entero.
Y vibrando en el desatino entre mi mente y mi piel te encontré durmiendo en mi pecho.
¡Venga la muerte divina!
¡Éxtasis que te abre la puerta al infierno!
Hades maldito y caído que haces decir no con la boca y sí con los sentidos.
Cuando desaparezcas
Cuando desaparezcas y la estela de tu paso por mi vida se vaya desdibujando.
Entonces el contorno del recuerdo se hará más fuerte y erguido en su soberbia, me hará saber que ya te he perdido.
En su ironía sentiré de nuevo tus ojos clavados en los míos y volveré a creer que tengo mi pedacito de cielo.
Te veré en el bulevar, en lo alto de la escalera, algo nervioso por mi retraso. Y recordaré la sonrisa en tu rostro, el suave beso en mis labios.
De nuevo tu mano acariciará mi pierna mientras charlamos.
Tu voz volverá a mí y tus besos volverán a ser respondidos por los míos.
Cuando desaparezcas y entre a formar parte de tu olvido y tú del mío, el universo, me hará saber lo afortunada que fui un día contigo.
Adivino
Adivino tus intenciones aunque no digas nada.
Sé que soy el centro de tus sueños, de esos que tienes en silencio.
Entiendo que me tienes en tu mente casi a cada momento.
Sé que soy el lastre del que no quieres separarte.
No tendrás nunca de mí más que una sonrisa, unos buenos días.
Pero sé que quisieras tenerme en tu cama.
Sentir mis piernas rodeando tu cintura, mis caderas en el vaivén desenfrenado de la carne.
Adivino tus intenciones aunque no digas nada.
Entro en tu vida cada mañana y sé que quisieras besar mis labios, hacerte dueño del sabor de mi cuerpo.
Pero no dirás nada, no diré nada.
Seguiremos viéndonos a diario, tú, callado: soñando.
¿Yo?, yo: adivinando.
Acaricíame
Acaricia mi cuerpo como acaricia la luz de la mañana la suave piel de la playa.
Olas azules convertidas en negras crestas sin la caricia ansiada de su amante.
Besa mi boca con la intensidad que mece el viento de primavera las hojas de los árboles.
Rabiosa violencia que sacude el polen que germina la tierra.
No me niegues sentir tus dedos por mi cuerpo caminando sereno como camina el río entre los juncos del sinuoso terreno.
Deséame igual que la noche ansía la madrugada.
Resucita mi amor dormido que yace exhausto en quebrantos y dulces amargos.
¿Hasta cuándo? Quizás hoy, quizás sólo por un rato
